2.9.09

Me alegró. Me contagiaron.


Capaz por tener 18 años, por ser mujer, y por vivir hoy; no es lo común. O capaz que sí y no lo sé. Pero hoy estaba medio bajón, medio que un día para que pase rápido y listo. Hasta que me dijeron que tenía que llevar a mi hermana al dentista, parecía que la cosa venía peor todavía. Voy con ella a la parada del colectivo, preparo las monedas y tuvimos que correr porque se nos iba. Al llegar a la puerta del colectivo, veo que habia muchisima gente bajando y que iba tener que esperar para poder subir; miro a los que bajaban, y eran nenes que gritaban "seño! seño!", a dos pobres "seños" que no daban a basto con los 10 chicos especiales que bajaban felices como nunca del colectivo. Les doy una mano, los ayudo a bajar y me sonríen; largan carcajadas y me miran con una inocencia que es única y una felicidad que es auténtica; contagian. Cuando al fin pude subir, con mi hermana; ya era otra mi actitud. Saludo al colectivero amablemente, pido las monedas y me siento. Había 3 viejitos sentados, se tenían que bajar en la parada siguiente; los ayudé porque no podían, se reían de su lentitud y hasta hacian chistes de que eran ganadores porque yo los ayudaba a bajar; y me desearon un buen día y me dieron las gracias; con otra sonrisa auténtica.
Las sonrisas y alegrías auténticas me pueden, fijensé que no son comunes.

1 comentario:

  1. muy cierto eso.
    yo implementé lo de saludar al colectivero hace unos dos años creo. Es muy gracioso ver las reacciones. Algunos te dicen "hola", otros te sonríen, como que se ablandan; y otros te preguntan "cuánto???" jaajajajaaj

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les pasa igual